Cuando Isabelle despertó en su hamaca, en las costas del mar de Mazatlán, una niña salvaje, de pelo engreñado, la miraba. Una niña que, gracias al cariño y al tesón de Isabelle, aprenderá a hablar y a leer y a escribir; estudiará Zoología en la universidad, aunque ahí suspenderá la mayor parte de los cursos, y llegará a ser la empresaria más grande...
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